Julio César |
En el año 46 a.C., el dictador Julio César, que se había casado con una mujer romana de buena familia, sobresaltó a algunas de las personas más influyentes de Roma al preparar una suntuosa bienvenida a su amante, la reina Cleopatra de Egipto, además de concederle una villa para que la ocupase durante toda su visita, que duró hasta el asesinato de César dos años después. Todo eso, sin duda, animó la conspiración que provocó su muerte. Pero, una consecuencia más duradera de su flirteo egipcio fue la reforma del calendario, recomendada por un astrónomo egipcio llamado Sosígenes, que lo acompañó a su regreso a Roma.
El calendario juliano que César introdujo y al que dio su nombre se mantuvo a lo largo y ancho de Europa hasta mil seiscientos años después de su muerte. Por desgracia, no era tan exacto como podía serlo, y hacia el siglo VIII d.C. empezaba a causar inquietud porque daba problemas para fijar la fiesta cristiana de Pascua. Durante los siguientes ochocientos años, el asunto de la reforma del calendario sería uno de los temas más debatidos por la cristiandad.
Gregorio XIII |
El problema era que el calendario juliano asumía que la longitud del año era de 365,25 días (o lo que es lo mismo, 365 días 6 horas), mientras que en realidad sólo consta de 365, 242189 días (o lo que es lo mismo, 365 días 5 horas 48 minutos y 45,16 segundos). Esos más de 11 minutos contados adicionalmente a cada año habían supuesto en los 1257 años que mediaban entre el 325 y el 1582, un error acumulado de aproximadamente 11 días. Así que a finales del siglo XVI, el calendario cristiano estaba desfasado. En ese año de 1582, el Papa Gregorio XIII persuadió a varios estados europeos de que aceptasen lo que más tarde se conocería como el calendario gregoriano. Para cuadrar las fechas con el antiguo calendario, se eliminaron diez días.
El calendario juliano había considerado un promedio de 365,25 días, añadiendo un día extra cada cuatro años (lo que conocemos como años bisiestos). El calendario gregoriano hizo un pequeño cambio a esta regla: se añadiría un día extra si el año era divisible por 4, pero no si era divisible por 100... a menos que también fuera divisible por 400. Por tanto, como puedes ver, el criterio para que un año sea bisiesto es algo más complicado que la simple idea que todos conocemos como "un año de 366 días cada 4 años".
La mayoría de los países europeos adoptaron el nuevo calendario muy rápidamente. Los obispos ingleses, renuentes a aceptar el liderazgo del Papa, exigieron nuevas discusiones que, muy al estilo inglés, continuaron durante ciento setenta años. Cuando los ingleses (y escoceses e irlandeses) entraron en razón, tuvieron que anular once días (dado que en el tiempo transcurrido en las nuevas deliberaciones, se había acumulado un día más de error sobre los diez días iniciales). Al miércoles 2 de septiembre de 1752 le siguió el jueves 14 de septiembre. No todos se sintieron felices. Creyeron que les habían robado parte de sus vidas, los protestantes adoptaron el eslogan: "Devolvednos nuestros once días". Pero una vez plantada la semilla, la expansión de ese calendario por el Imperio Británico aseguró su adopción por todo el mundo. El Imperio Ruso, sin embargo, se mantuvo al margen hasta después de la Revolución de 1917.
Varios países adoptaron el calendario gregoriano casi inmediatamente, pero como se muestra a continuación, otros tardaron bastante en hacer el cambio:
- Italia, España, Portugal, Polonia: 5-14 de octubre de 1582
- Francia: 10-19 de diciembre de 1582
- Alemania (católica): varias fechas de 1583
- Alemania (protestante): 19-28 de febrero de 1700
- Inglaterra (y colonias), Escocia e Irlanda: 3 - 13 de septiembre de 1752
- Alaska (había sido parte de Rusia): 1867
- Japón: 1873
- China: 1912
- Unión Soviética: 1-13 de febrero de 1918
- Grecia: 10-22 de marzo de 1924
- Turquía: 19-31 de diciembre de 1926
Tengamos en cuenta que Japón y China no utilizaban el calendario juliano.
Una última curiosidad: el año gregoriano, con todas sus correcciones, es aún 26 segundos más largo que el año astronómico, lo cual implica un día de diferencia cada 3323 años. Para corregir esta pequeña discrepancia se ha propuesto sacar un día cada cuatro mil años de tal manera que el año 4000, el 8000 o el 16000 no sean bisiestos (aunque les toca). En todo caso, de la longitud del año ocho mil, o dieciséis mil, no necesitamos preocuparnos ahora: los años que estamos usando tienen una duración más que aceptable.
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